No es convencional que el responsable de una institución sumamente ortodoxa como lo es el Banco de México, realice un ejercicio de autocrítica (para mi gusto se queda corto, prefiero el de Joseph Stiglitz) como lo hace ahora Agustín Carstens el Presidente del Banco de México. Vea usted lo que afirma: "El FMI es una institución multilateral sin igual. Ha contribuido al diseño y administración de las políticas públicas, ha establecido estándares globales, ha apoyado la resolución de algunas crisis y su contribución a la construcción de instituciones en países de bajos ingresos ha sentado las bases para disminuir las desigualdades".
"Pero el desarrollo institucional del FMI está rezagado. Tiene cuatro grandes debilidades: su gobernabilidad; su capacidad para supervisar apropiadamente y prevenir crisis; su habilidad para apoyar la resolución de crisis y, finalmente, su capacidad para propiciar una coordinación global de políticas".
El FMI sufre, en pocas palabras, de una severa crisis de legitimidad.
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