viernes, 25 de enero de 2013

Entrevista a Elisabeth Sahtouris


LECCIONES DESDE LA BIOLOGÍA EVOLUCIONISTA PARA LA CIENCIA ECONÓMICA EN ATHANOR.ES
Elisabet Sahtouris es una reputada bióloga evolucionista y también experta en economía, que ha escrito sobre “la biología de los negocios” o “la biología de la globalización”, así como sobre temas relacionados con la ciencia y la consciencia. Todas sus palabras desprenden una visión amable y esperanzada acerca del devenir de la humanidad, y su fe no carece de base: afirma que si observamos la evolución de la vida desde que surgió, hace ya 4.000 millones de años, ha habido siempre un progreso desde la hostilidad hacia la cooperación. Ha llegado la hora para nosotros, los humanos, de dar también este salto.

Usted empezó estudiando biología desde el punto de vista evolutivo, y después pasó a profundizar en los estudios de economía. ¿Es posible casar la visión de la economía con la de la biología para inspirar un tipo de economía diferente?
—Es interesante que, a pesar de toda la atención que recibe la economía en las noticias de hoy en día, no tengamos en verdad una ciencia de la economía. Esto se debe a que la ciencia estudia la naturaleza y a que nuestras teorías de la economía estuvieron basadas en visiones muy superficiales de la evolución darwiniana, que sostienen meramente que todos los seres humanos son egoístas y poca cosa más. Pero si estudias la naturaleza, verás que hasta en tu propio cuerpo hay una economía altamente desarrollada, que es totalmente cooperativa, que utiliza dinero distribuido de forma gratuita (sin esperar que se lo devolvamos), que lo recicla todo, que colabora con los cien billones de células, cuya complejidad es similar a la de una ciudad humana.
¿La manera que tiene el cuerpo de sanarse puede inspirar el modo de sanar la economía?
—Si estudiamos nuestros cuerpos y observamos hasta qué punto son altamente cooperativos, entonces creo que podremos obtener muy buenas pistas sobre qué tipo de economía global deberíamos estar construyendo para reemplazar la que está desmoronándose ahora. Comencemos forjando economías locales (que son cooperativas en vez de competitivas) y asegurémonos de que, paso a paso, estas vayan estableciendo como un colchón, de manera que cuando el sistema económico principal se desmorone tengamos algo a lo que recurrir, mientras expandimos las economías locales hacia una nueva clase de economía global.
Vd. se acaba de referir a cómo hay una colaboración dentro del propio cuerpo. Me gustaría que pudiese ejemplificar de un modo más concreto esta colaboración y lo que podría ser su reflejo en la sociedad.
—Si piensas en todos los diferentes niveles de tu cuerpo, empezando por las células individuales que forman tejidos, que son parte de los órganos, que a su vez pertenecen a un sistema biológico, ubicado en el interior de todo el cuerpo, verás que todos los niveles de este sistema son inteligentes; son capaces de negociar su propio interés. Si una célula no satisface su propio interés, no podrá funcionar de forma adecuada. Pero los intereses de la célula tienen que estar equilibrados con los del órgano al que pertenece. De modo que hay un diálogo constante acerca de cómo se pueden satisfacer las necesidades del todo y las del individuo. Es exactamente lo mismo que lo que ocurre en la familia: tanto la familia como cada uno de sus miembros tienen sus propios intereses; por lo tanto deben negociar una y otra vez. Por ejemplo, este viernes por la noche ¿queréis ir al cine o a la ópera? La ópera es mucho más cara. La economía de la familia tal vez os obligue a escoger la opción más asequible. De esta manera, todos están cooperando a distintos niveles.
“Ahora bien, si expandes este ejemplo a tu sistema biológico, verás que también todas las necesidades del cuerpo deben ser satisfechas al mismo tiempo. Entonces, comprenderás que negociar el interés personal en niveles múltiples conduce a la cooperación. Esto es exactamente lo que tenemos que aprender: no podemos edificar una economía global próspera a costa de las economías locales; ¡ambas deben ser prósperas! El cuerpo es el modelo perfecto para aprender esta lección: en él no hay desempleo, ya que el dinero es distribuido de forma gratuita, porque el objetivo del cuerpo es mantener la economía en circulación para catalizar todas las transacciones. Por otro lado, cada órgano no intenta que los demás órganos se parezcan a él sino que entiende las necesidades de cada uno: el corazón, el hígado, la piel o los ojos llevan a cabo funciones distintas, y deben trabajar de forma armónica. ¡Y el cerebro no es el jefe! Es un repositorio donde se almacena información que procede de todo tu organismo, que puede dar sugerencias, que puede facilitar la circulación de las hormonas, pero la totalidad de tu cuerpo es una empresa cooperativa, en la cual cada célula es igual a las demás por lo que respecta a su habilidad de hacer aportaciones al todo.

A lo largo de siete páginas, Elisabet Sahtouris nos explica cómo la naturaleza desarrolla siempre un camino desde la competición hacia la cooperación y cómo nos corresponde dar ahora a nosotros, como humanidad, este salto. Puedes leer la entrevista completa en el número 90 de la Revista Athanor (noviembre - diciembre 2011).

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