Viernes 17 de junio de 2022, 18:30 hrs, campo de la Ciudad de la Cultura "Amado Nervo", en el escudo universitario.
Horas antes de la cita acordada, las 18:30 horas, el Huracán Blas había descargado miles de litros de agua que de nueva cuenta ponían a prueba la insuficiente estructura hidráulica de nuestra capital tepicense y de nuestro estado. La noche anterior, el desfogue de agua había provocado inundaciones en varios puntos de la ciudad, llegando incluso a arrastrar vehículos en los arroyos que la torrencial lluvia formó temporalmente. Había dudas de que fuese a llover a la hora pactada para tomarnos la foto de generación. Afortunadamente, Blas, se detuvo y nos regaló una hermosa tarde que nos permitió a todos coincidir y congregarnos en torno al escudo universitario, emblema identitario de nuestra noble casa de estudios. Este viernes 17, sería un viernes especial para quien esto escribe, sería padrino de la generación de egresados 2022 del programa académico de Economía. Aquí la foto grupal.
Este tipo de eventos tienen su magia. Congregan egresados, padres de familia, hermanos, amistades. Casi todos luciendo sus mejores prendas, elegantes, bien vestidos. Nos llenan de emoción, Aquí una imagen con mis ahijados, entreveramiento de generaciones, cúmulo de esfuerzos realizados, constancia, horas de desvelo y dedicación, sueños en construcción, jóvenes impetuosos. Jóvenes que tuvieron la fortuna de tener una educación superior universitaria, cuyos intelectos fueron tocados por una planta de profesores que se distingue por sus altas credenciales académicas, dedicación, probidad personal, calidad humana y compromiso social. Como se puede constatar en la foto: es evidente el predominio, en esta generación de egresados, de las mujeres; digno de resaltar en una profesión que se encuentra largamente dominada por los hombres; presagio, tal vez, de los nuevos tiempos que la humanidad ya vive.
Me hubiese gustado poder dedicarles unas palabras a mis ahijados, pero no fue posible; asuntos de carácter administrativo relacionados con la Unidad Académica de Economía y la Administración Central de la UAN hicieron que no fuese así. Vayan pues, aquí unas pocas líneas, con las cuales no nos despedimos, sino decimos "hasta luego" pues seguramente nos volveremos a encontrar.
Estimados ahijados: Agradezco la
distinción de invitarme para acompañarlos como su padrino de generación, me
enorgullece y me compromete para continuar esforzándome en el ejercicio diario
de la docencia, de la investigación y como persona, como ser humano. Vayan en estas líneas también, el agradecimiento para sus padres y profesores que contribuyeron generosamente en su formación profesional.
Aprovechemos también para, juntos, hacer un reconocimiento a los fundadores de nuestra disciplina, la Ciencia de la Economía, la
reina de las Ciencias Sociales. A quienes pusieron los cimientos en la antigüedad clásica: Sócrates, Aristóteles y Platón; a quienes les sucedieron en la edad media como Santo Tomás de Aquino; a sus precursores: fisiócratas como Quesnay y
mercantilistas como Colbert y Mun; a los clásicos de la Economía como Smith,
Ricardo, Mill y Marx; a los fundadores del análisis del equilibrio parcial: a
Marshall, Pigou, Jevons y Veblen; al padre del análisis de equilibrio general:
León Walras; al padre de la teoría de la demanda agregada: John Maynard Keynes
y a todos aquellos economistas que creen que es posible
construir un mundo digno y con respeto para quienes vivimos en economías
estructuralmente atrasadas, dependientes tecnológicamente, marcados desequilibrios en sus estructuras de
mercado y sociales, insuficiencias institucionales, captura de instituciones por grupos de poder, sometimiento de los poderes legislativo y judicial, entre otras muchas situaciones que dificultan la concreción de la utopía. El desenvolvimiento de nuestra disciplina acaso nos enseña también, que nosotros, como seres humanos, también somos el resultado de un largo proceso de construcción bio-psico-social que inició en el vientre de nuestras madres y que terminará cuando inhalemos nuestro último suspiro.
Como profesor universitario les puedo decir, que una de las exigencias de hoy es la educación permanente, el aprendizaje constante, la educación continua. El cúmulo de información y conocimientos que se están generando todos los días, nos obliga, incluso en el estrecho campo que constituye nuestro núcleo disciplinar, que es apenas una gota de agua en el inmenso océano del conocimiento, a reinventarnos constantemente, a reinventarnos todos los días. Los especialistas dicen que deberíamos actualizar el currículo de nuestra profesión cada cinco años. Me parece que ese puede constituir, ciertamente, un punto de referencia. Estén pendientes de los cursos, diplomados, programas de posgrado y certificaciones que les ofrecen su universidad, las instituciones públicas y privadas de nuestro país y el mundo para continuar en ese proceso de formación constante. Nunca se olviden de Coursera y de las plataformas electrónicas que nos ofrecen cursos de educación a distancia a muy bajo precio y de gran valor académico.
Vivimos una época marcada por el conflicto y la incertidumbre mundial. El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania develan la existencia de contradicciones profundas entre las naciones fuertes, entre los bloques económico-políticos y militares que configuran el mundo alrededor de los intereses de Rusia-China-India y de Estados Unidos y Europa. También, hemos sido testigos históricos del surgimiento del Covid-19 en diciembre de 2019, de su dispersión por el planeta entero durante 2020 y 2021 y de la reconversión que tuvimos que hacer en materia de educación a distancia para mantener latiendo la Universidad en sus mentes y en sus hogares. Estuvimos, los docentes, literalmente dentro de sus casas, a través de las pantallas de sus computadoras.
Los seres humanos, a diferencia de los animales, tenemos conciencia del tiempo: del pasado, del presente y del futuro. Sabemos que ni la guerra ni la pandemia serán para siempre. Que la humanidad ha superado, gracias a la inteligencia, guerras y pandemias pasadas. Hagamos causa común con otros miles de millones de seres humanos que exigimos un alto a la guerra, alto a la irracionalidad.
Contribuyan
con su saber y su querer a la urgente transformación que nuestro país necesita.
Empujen los mecanismos que nos conduzcan hacia la superación de la pobreza, a
la creación y distribución justa de la riqueza, a la participación democrática de los
ciudadanos todos, al logro de una sociedad bien informada y libre. Si lo hacen
de esta manera, seguiremos encontrándonos en el camino de la edificación de una
sociedad más humana y fraterna.
Para Don
Pablo Latapí cuatro son las características de una buena educación: carácter,
inteligencia, sentimientos y libertad. Decía este importante estudioso de la
educación en nuestro país: “lo primero que valoro en una buena educación es el carácter.
Carácter, es una palabra-síntesis que comprende valores, principios, hábitos y
maneras de ser de las personas; expresa la asimilación consciente de que la
vida conlleva un imperativo de autorrealización y una aceptación del esfuerzo
como necesario, lo que suele traducirse en una disciplina en el uso del tiempo
y frecuentemente en una capacidad para organizar las actividades propias y las
de los demás.”
Decía Don Pablo sobre la Inteligencia: “La inteligencia debe ser educada. En este
resumen esquemático entiendo tres cosas por educar la inteligencia: primero,
haber adquirido los conocimientos generales necesarios para ubicarse en el
mundo (lo llaman “cultura general”); segundo, haber adquirido las destrezas
intelectuales fundamentales —las capacidades formales de abstracción,
raciocinio lógico, análisis, síntesis, relación, inducción, deducción—, lo que
resumimos en dos expresiones “aprender a pensar” y “aprender a aprender”, ambas
intrínsecamente relacionadas, y tercero, haber adquirido y saber manejar
algunos conocimientos especializados, sobre todos los necesarios para
desempeñar trabajos productivos.”
En relación con los
sentimientos nos decía el prestigiado investigador de la educación: “La
educación de los sentimientos va más allá; a ella le corresponde un vasto
dominio casi ignorado por nuestro racionalismo pedagógico: el cultivo de la
imaginación y la creatividad, el desarrollo de la intuición, la modulación de
la sensibilidad y muy particularmente la educación para la compasión. Una
educación que ignora la compasión será siempre terrible: producirá gente
insensible al dolor y por lo mismo prepotente.”
Y sentenciaba en torno
a la educación para la libertad: “Los seres humanos no se agotan en lo que
hemos categorizado como sus “facultades”: inteligencia, memoria y voluntad, u
otras dimensiones como la imaginación, los sentimientos o, si se quiere, el
“carácter”. Somos “especie inacabada” (Nietzsche), “embrión quizá de un ser
futuro que lucha por abrirse paso en cada una de nuestras equivocaciones,
violencias y desproporcionadas ambiciones” Es en esta hendidura, en esta
posibilidad de superarnos, donde se abre el espacio de la libertad, con su
inherente responsabilidad. Educar para la libertad posible y para la libertad
responsable es finalidad ineludible de una buena educación; por ella nos
instalamos en el mundo ético, donde nos construimos a nosotros mismos y
construimos con otros la sociedad.
¡Quién sabe
si esto que hemos pretendido lo hayamos logrado en ustedes! Nosotros hemos hecho
nuestra parte, que sean vuestras acciones las que hablen por nosotros y sus padres. Sean lo que tienen que ser. Por
favor, titúlense. Mucho de lo hecho no tendrá razón de ser si ustedes no logran
obtener su título.
Muchas gracias…!!!
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