Nícholas Gregory Mankiw, profesor titular de la materia de "Principios de Economía" en la Universidad de Harvard -el mismo que se convirtiera en el centro de atención luego de que un grupo de alumnos abandonase su curso en solidaridad con el movimiento "Occupy Wall Street" y "por el sesgo político inherente a su texto"- defiende su postura y argumenta en favor de su perspectiva de análisis.
En su edición del verano de 2013, el Journal of Economic Perspectives ha publicado el artículo titulado "Defending the one percent" escrito por el Profesor Mankiw. En este, además de expresar su desacuerdo con el trabajo de Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía, 2001) titulado "El precio de la desigualdad" -del cual dice que "gasta muchas páginas tratando de convencernos de que la búsqueda de rentas extraordinarias es la razón principal subyacente al creciente ingreso de los ricos" y que los argumentos de Stiglitz "no son convincentes, pues descansan más en la exhortación y en la anécdota que en la evidencia sistemática" (pág. 23)- también expresa su simpatía con el trabajo de Claudia Goldin y Lawrence Katz (2008) titulado "La carrera entre Educación y Tecnología" para explicar la desigualdad en la economía norteamericana. Mankiw coincide con el siguiente argumento de los autores mencionados: "Goldin y Katz argumentan que el cambio tecnológico basado en habilidades continuamente incrementa la demanda por trabajo calificado. Por sí misma, esta fuerza tiende a incrementar la brecha de ganancias entre trabajadores calificados y no calificados, aumentando de esa manera la desigualdad. La sociedad puede compensar el efecto de este desplazamiento de la demanda incrementando la oferta de trabajo calificado a un ritmo más rápido como lo hizo en la década de los cincuenta y de los sesenta. En este caso, la brecha de ganancias no se incrementa e incluso puede disminuir como ciertamente ocurrió. Pero cuando el ritmo del avance educativo disminuye, como lo hizo en la década de los setenta, el incremento en la demanda por trabajo calificado de manera natural causará que la desigualdad se incremente. LA HISTORIA DE LA DESIGUALDAD CRECIENTE , POR LO TANTO, NO ES ESENCIALMENTE SOBRE LA POLÍTICA Y LA BÚSQUEDA DE RENTAS , SINO SOBRE OFERTA Y DEMANDA".
Sorprendente la simpleza del argumento central del Profesor Mankiw. Aunque útil, extraordinariamente simple y reduccionista. Menosprecia argumentos relacionados con la existencia de mercados imperfectos en la economía real con la presencia de agentes económicos buscadores de ganancias extraordinarias, economías con marcos institucionales ineficientes que facilitan la operación y presencia de buscadores de ganancias extraordinarias, la desigualdad que deriva de los costos y dificultades de acceso a la educación, la información y la tecnología, las diferencias resultantes de la diversidad en la dotación de recursos con que los agentes económicos arrancan su carrera en la vida, las diferencias resultantes del acceso o no al financiamiento del sistema financiero, el poder o debilidad de las organizaciones de empresarios y trabajadores y un largo etcétera que no incluye el peso de la historia, de la cultura y del proceso de acumulación originaria de capital en el mundo y en las economías-nación.
El Profesor Mankiw no es ingenuo.
En la página 30 de su artículo, luego de desarrollar el argumento de que los agentes económicos reciben los ingresos que su productividad marginal les permite, entre otras cosas, precisa: "la clave de la discusión radica en saber en qué medida los altos ingresos del uno por ciento más alto de la sociedad norteamericana refleja alta productividad y no imperfecciones de mercado. Esta interrogante es propia de la economía positiva, desafortunadamente sin una respuesta fácil." No obstante haber declarado su fe hacia el argumento de que la desigualdad de las últimas décadas de la economía norteamericana se explica esencialmente por la disminución de la tasa de crecimiento de trabajo calificado, ahora el profesor Mankiw no tiene claro el hecho de que efectivamente el estrato del uno por ciento de más altos ingreso esté reflejando precisamente mayor calificación, mayores habilidades, mayores productividades y por ello mayores ingresos.
Pero el Profesor Mankiw no se contradice; o digámoslo técnicamente: las curvas de indiferencia de su función de utilidad no se cruzan, sus preferencias son homotéticas y están bien ordenadas cuando afirma: "Mi propia lectura de la evidencia es que la mayoría de las personas muy ricas lo consiguen realizando contribuciones económicas sustanciales, no por el sistema de juegos de azar o tomando ventajas de algunas fallas de mercado o por el proceso político" (ibíd.). De nueva cuenta, el profesor Mankiw nos comparte de qué lado se encuentra su fe.
Al final de su reflexión, el académico de la Universidad de Harvard establecerá que está conciente de que "posiciones esencialmente normativas no pueden descansar sobre los fundamentos de la economía positiva únicamente" (pág. 33).
El tema de la desigualdad social en el mundo, además de sus implicaciones positivas, esto es meramente descriptivas en relación al estado de cosas que guarda este fenómeno, es extraordinariamente complejo e incorpora dimensiones cuya raíz se encuentran en la forma en que las sociedades se organizan para la satisfacción de sus necesidades y la creación de excedentes, la diferencia de dotaciones de los agentes económicos que interactúan en los mercados, debilidad o fortaleza de los agentes económicos en la negociación de sus intereses en el proceso de producción, distribución y comercialización de bienes y servicios, sistema financiero, organización, tecnología, educación, experiencia, género, relaciones de poder, cultura, historia, etc., etc.. Aportaciones que contribuyen a dilucidar un tema que no está resuelto en el campo de la Teoría Económica se conocen por igual, además de la Ciencia Económica, en la Sociología, la Ciencia Política y la Historia.
El tema no admite simplificaciones.
Además de lo brevemente esbozado existen implicaciones éticas imposibles de ignorar. Por eso, me parece, el Profesor Mankiw avanza y retrocede.
Contabilícense entre esos avances el simposio y los trabajos que la Asociación Americana de Economía ha publicado a través del Journal of Economíc Perpectives que podemos encontrar en la siguiente dirección: Symposia: The Top 1 Percent y que encabeza el trabajo que da título al presente comentario.
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