martes, 11 de diciembre de 2012

2 de cada 3 Nayaritas en la informalidad laboral: INEGI

Está en circulación el estudio publicado por el INEGI  en el cual se presentan los resultados de la medición del empleo informal en México, con base en el manual dado a conocer de manera oficial por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el pasado 31 de octubre de 2012.

Según dicha publicación "El empleo informal, o medición ampliada de informalidad, añade, a la definición de trabajo informal que venía difundiendo el INEGI, las siguientes categorías: el trabajo no protegido en la actividad agropecuaria, el servicio doméstico remunerado de los hogares, así como los trabajadores subordinados que, aunque trabajan para unidades económicas formales, lo hacen bajo modalidades en las que se elude el registro ante la seguridad social." 

En "ECONOMÍA DESDE NAYARIT" hemos dado seguimiento puntual a este fenómeno económico el cual constituye uno de los resultados fundamentales de la estrategia económica implementada desde principios de la década de los ochenta en nuestro país: la incapacidad para crear empleo formal, empleo de calidad, empleo con estabilidad y acceso a la seguridad social. Millones de mexicanos han sido arrojados al espacio económico de la informalidad, de la incertidumbre, de la baja productividad y de los bajos ingresos.



Este fenómeno, requiere ser estudiado con más detalle, pues en el espacio de lo local, de lo regional, hay entidades federativas como Oaxaca, Guerrero y Chiapas cuya tasa de informalidad laboral es de 80.8% en los dos primeros estados y de 76.5% en el caso del tercero. En Nayarit, como bien lo había estimado la empresa consultora @regional y ahora es confirmado por el INEGI, el porcentaje de población económicamente ocupada en la informalidad es de 66.0%, es decir 2 de cada 3 nayaritas laboran sin certidumbre laboral, sin estabilidad de ingresos y sin acceso a la seguridad social.

Un proyecto de vida fundado en el ingreso inestable, en la incertidumbre laboral genera conductas y formas de relacionarse en sociedad nuevas. Propicia formas de expresión y organización política nuevas. Desde las que van asociadas al creciente protagonismo social del lumpenazgo a través de la anarquía y el desorden social -como ocurrió el pasado primero de diciembre- hasta las asociadas a la creciente participación juvenil en los ejércitos de la delincuencia organizada (prostitución, robo de autos, casas-habitación, establecimientos comerciales y transporte público de mercancias, robo de infantes, secuestro, extorsión, robo de derechos de autor para la producción de todo tipo de mercancia (música, cine, ropa, calzado, relojes, aparatos eléctricos, etc), producción, trasiego y comercialización de drogas, y un largo etcétera de actividades ilícitas que corroen la vida pública de nuestra ciudadanía y de nuestras instituciones. Pero también hay otro rostro de la informalidad: el que tiene que ver con historias de éxito, de micro y pequeñas empresas familiares que han logrado generar condiciones para el desarrollo de familias enteras que se ocupan en las actividades relacionadas con la empresa. La informalidad es un fenómeno al que los economistas ya le empiezan a dedicar una parte de su atención. Esperemos que pronto veamos propuestas de políticas públicas que nos permitan convertir a una parte importante de los ejércitos de la informalidad en formalidad laboral y económica en México y en Nayarit.

Aquí el enlace a dos excelentes trabajos que abordan diversas aristas de la informalidad en México:

¿Qué tan informales somos hablando de informalidad? Norma Samaniego y Ciro Murayama

Seguridad Social Universal: un camino para México. Santiago Levy