Juan José Mendoza Alvarado
La primera vez que leí "Pedro Páramo" de Juan Rulfo fue en el año de 1981; valga aquí la imagen de mi viejo libro de esa época como prueba de que fue así. Se trata de la colección popular del Fondo de Cultura Económica (FCE), edición revisada por el autor, resalta una cintilla en la portada del libro.
De mi lectura de aquellos tiempos, sólo recuerdo mi enorme confusión frente a los diálogos: no me quedaba claro quienes estaban vivos y quienes estaban muertos o, tal vez la confusión porque, quizá, todos estaban muertos. También recuerdo que el escenario donde ocurre toda la trama es en el México rural, tentativamente situado en el occidente de México muy posiblemente en el Estado de Jalisco.
Hoy ante la algarabía provocada por el estreno de lo que llamaré la versión Netflix de Pedro Paramo he hecho una segunda lectura y, con el ánimo de ayudar en la comprensión de dicha obra me he puesto frente a la computadora para garabatear algunas imágenes, ideas que tal vez ayuden a una mejor comprensión de esa obra que Vargas Llosa consideró "...una obra profundamente compleja que transforma el realismo tradicional en algo mágico y poético".
1. De tiempo y espacio
Dos comentarios sobre el tiempo en Pedro Páramo: i) su no linealidad: El uso de constantes digresiones en el tiempo, la alternancia entre tiempo pasado y tiempo presente hacen de Pedro Páramo una lectura difícil, donde la necesidad de avanzar en la lectura, obliga algunas veces, a sacrificar la comprensión cronológica a cambio del goce estético. Al parecer no hay un antídoto claro para superar el desafío que la fragmentación temporal representa en Pedro Páramo, igual que hace 43 años terminé resignado a disfrutar la lectura sin preocuparme tanto por la naturaleza viva o muerta de los responsables de los diálogos; ii) sobre el tiempo histórico: Se ubica en un tiempo previo y durante la guerra cristera, esto es, en el periodo que va de 1925 a 1930. En un diálogo entre Justina y Dorotea sobre Pedro Páramo, se puede leer:
"Y ya cuando le faltaba poco para morir vinieron las guerras esas de los ´cristeros´ y la tropa echó rialada con los pocos hombres que quedaban. Fue cuando yo comencé a morirme de hambre y desde entonces nunca me volví a emparejar (p. 104)".
iii) sobre el lugar. Como escribí líneas arriba, se trata del México rural posterior al triunfo de la revolución mexicana, de ese México rural distante y alejado de la capital, donde tardan en llegar las decisiones importantes. La subsistencia de un cacique y terrateniente como Pedro Páramo en el occidente de México, posiblemente localizado en Jalisco, en la segunda mitad de la década de los veinte nos habla de lo complejo y difícil que fue el reparto agrario en México. Siempre había personajes como Pedro Páramo en todo el país dispuestos y resueltos a que dicho proceso no avanzara. Un comentario entre el personaje que da nombre a la novela y Fulgor -el administrador de la Hacienda- sobre la ley, ilustra muy bien este punto:
"La semana venidera irás con el Aldrete. Y le dices que recorra el lienzo. Ha invadido tierras de la Media Luna. -Él hizo bien sus mediciones. A mi me consta. -Pues dile que se equivocó. Que estuvo mal calculado. Derrumba los lienzos si es preciso. -¿Y las leyes? -¿Cuáles leyes, Fulgor? La ley de ahora en adelante la vamos a hacer nosotros (p. 53)".
Sobre Comala, ese lugar mítico que no es el Comala de Colima y que no se ubica en lugar alguno de nuestro territorio nacional dado que se trata de un lugar ficticio, construí, derivado de la lectura un lugar árido, en decadencia, polvoso; un lugar donde, anticipando la pregunta del Sacerdote de Contla sobre las tierras en Comala, el Padre de dicho lugar, le responde: "-Son ácidas, padre (…). Vivimos en una tierra en que todo se da, gracias a la providencia; pero todo se da con acidez. Estamos condenados a eso p. (93)". Líneas más adelante en un diálogo entre Bartolomé San Juan y su hija Susana San Juan el primero le dice a la segunda: "Allá, de donde venimos ahora, al menos te entretenías mirando el nacimiento de las cosas: nubes y pájaros, el musgo, ¿te acuerdas? Aquí en cambio no sentirás sino ese olor amarillo y acedo que parece destilar por todas partes. Y es que este es un pueblo desdichado; untado todo de desdicha (p.107)".
Por lo anterior, no es exagerado pensar, somo sostiene Vargas Llosa que "Comala es tan intensa que parece un personaje más". De Comala se ha dicho que, aunque ficticio, se parece a San Gabriel, pueblo donde Rulfo pasó parte de su niñez. San Gabriel se localiza cerca de Sayula, pueblo ubicado 100 kms. al sur de Guadalajara. En medio de pueblos reales y ficticios desfilarán nombres de lugares como Comala, Sayula, Contla, Mascota y Apango a lo largo de la historia.
2. ¿Quién es Pedro Páramo?
En un diálogo entre Bartolomé San Juan y su hija Susana, el primero define a Pedro Páramo: "Es, según yo sé, la pura maldad (p. 108)." Padre que somete al abandono a sus hijos, sin obligación alguna; como dueño de la Media Luna, Pedro ejerce un poder casi absoluto sobre Comala y sus habitantes, su autoridad no proviene de la legitimidad moral, sino del miedo, la violencia y el control económico; a lo largo de la novela, Pedro es responsable de la muerte de múltiples personajes, ya sea directa o indirectamente, esto lo convierte en un símbolo de destrucción y pérdida; aunque la Revolución Mexicana pretendía derrocar a los caciques y redistribuir las tierras, Pedro Páramo representa cómo esas estructuras de poder sobrevivieron, perpetuando la desigualdad y el sufrimiento; su obsesión con Susana San Juan lo humaniza parcialmente, mostrando que incluso en su brutalidad había una profunda incapacidad para alcanzar el amor y la redención; su nombre alude a la infertilidad de la tierra bajo su dominio, tanto en términos físicos como espirituales; Pedro Páramo es una figura vacía, sin esperanza ni propósito más allá de su ambición y deseo de poder, un reflejo de la desolación que deja a su paso.
3. Pedro Páramo: la historia de un parricidio
No es, con mucho, el eje en torno al cual gira la historia, pero igual ha llamado mi atención. Este acto violento puede interpretarse como la culminación simbólica del abandono y la corrupción moral que Pedro Páramo infligió a todos los que lo rodearon, incluidos sus propios hijos. La muerte de Pedro Páramo puede interpretarse como el derrumbe definitivo de la figura patriarcal, tiránica y corrupta que representaba no solo en el ámbito familiar, sino también como el cacique que controlaba Comala. Todo el libro es una genialidad; las últimas dos narraciones son un magistral ejemplo de la narrativa Rulfiana.